martes, 29 de marzo de 2011

Cómo se personaliza la justicia en Colombia

Acrca de como se personaliza la justicia en Colombia, o sino que lo diga el procurador, en la columna de Daniel Samper Pizano en El Tiempo.

Las justicias personales son una gran injusticia

Por: Daniel Samper Pizano

En nuestro país, la Justicia mayor anda tan quebrantada.

El país no está enredado solo por la falta de justicia, sino por la proliferación de justicias personales, que ignoran o desbordan la ley, montan sus propios tribunales y dictan sus particulares sentencias. El asesinato de la jueza Gloria Gaona en Saravena es la más perversa expresión de este fenómeno: un reo (aún no se sabe cuál) pretende imponer su punto de vista en el proceso y para ello contrata a un sicario y asesina a quien lo juzga. El mensaje ya ha sido enviado. Esperamos que no logre su propósito.
Las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones que acaba de denunciar el informe sobre Derechos Humanos de la ONU en Colombia son la manera torva como imponen su justicia en ciertas zonas de conflicto algunas unidades del Ejército y la Policía. Manera que, a propósito, es la misma que emplean la guerrilla y los paramilitares contra algunos de sus enemigos.
La justicia personal opera también de modos menos cruentos y más sofisticados. Uno de ellos consiste en difamar a las entidades encargadas de hacer cumplir la ley. El ideólogo del uribismo, José Obdulio Gaviria, acusa a la justicia colombiana de estar "movida por intereses políticos e ideológicos", de exhibir "insospechados niveles de crueldad" contra miembros de su partido y de promover la impunidad de los amigos de las Farc. Semejante acusación sería una bomba en un país serio. En Colombia solo se toma como un cacareo. Pero menoscaba la fe que aún puedan tener algunos en la institución judicial.
Los delincuentes también se creen con derecho a ejercer sus parcelas de justicia personal. Hay que ver con cuánta atención se escucha a asesinos, narcotraficantes y paramilitares cuando, aun contradiciéndose de manera vulgar, salen a involucrar a toda suerte de personas en toda suerte de crímenes. Casi nunca hay pruebas que sustenten lo que afirman desde la cárcel, pero su voz se recibe como si fueran profetas bíblicos.
No faltan, por supuesto, los jueces y magistrados que se desvían y, en vez de aplicar las leyes de la República, aplican las suyas propias, guiados por móviles que van desde la vanidad y la inquina personal hasta el soborno.
El caso del Procurador es asunto aparte. Se ha asignado a sí mismo el papel de Llanero Solitario y, con un crucifijo en una mano y un pendón azul en la otra, galopa omnipresente en calidad de justiciero universal. Ha descubierto unos instrumentos jurídicos discutibles y sobre ellos tiene montado su cadalso particular. Dispuesto a castigar los pecados como si fueran delito y a ofrecer un aparatoso espectáculo de justicia rápida, desde allí decreta el final inapelable de carreras políticas, trata como pobres víctimas a astutos criminales, aplica su propio sistema probatorio (cuya vergonzosa fragilidad quedó al descubierto esta semana) y amenaza a quienes contravienen sus creencias religiosas. Mientras tanto, como observa el jurista Ramiro Bejarano, urde "tenebrosas conspiraciones".
Sería ingenuo pensar que los periodistas nos privamos de repartir unas buenas dosis de justicia personal. Es posible leer una columna cuyo autor "opina" que cierto político al que detesta es un asesino, y así lo escribe sin escrúpulos ni pruebas. Otra nos cuenta que la esposa de un magistrado tiene una deuda civil y extrapola esta conducta para decir que, por ende, todos los miembros del tribunal son sospechosos de corrupción. Una columna más convierte temerariamente un rumor en "denuncia", aunque acepta con escandalosa frescura que se trata de un vil chisme. (Actitud que contrasta con la de periodistas como Daniel Coronell, para quienes un rumor es apenas la semilla de una posible investigación y suelen apoyar con documentos fehacientes sus afirmaciones.)
Cada quien, en fin, imparte su propia justicia menor. Por eso, en nuestro país, la Justicia mayor anda tan quebrantada.
ESQUIRLAS. La muerte de Gloria Valencia de Castaño deja viuda a la televisión y desolados a los oyentes de la HJCK. Un abrazo solidario para Álvaro Castaño Castillo y su familia.
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/danielsamperpizano/las-justicias-personales-son-una-gran-injusticia_9075923-4