lunes, 7 de marzo de 2011

La condición humana de los Nule

“La corrupción hace parte de la condición humana”. Así sin recato alguno, con asombroso descaro, Miguel Nule, reconoce que su conglomerado empresarial aceitó a funcionarios, políticos, proveedores y periodistas para hacerse a grandes contratos y presionar a los medios de comunicación con el fin de colocarlos a su favor.

El fin justifica los medios, es su teoría. Para hacerse ricos, inmensamente ricos, los Nule acudieron al cinismo, al clientelismo y a los avaros de turno. Se ganaron licitaciones nacionales –lo de Bogotá es apenas la punta del escándalo-, y con sus excentricidades se mostraron como la nueva generación del empresariado criollo.

Al mejor estilo mafioso, compraron mansiones en Dubái, Manhattan y Miami, como lo denunció la revista Semana hace 15 días. Dineros de los impuestos, de la doble calzada a Girardot, de los anticipos de la 26, de las electrificadoras y de muchos otros negocios, quedaron en sus bolsillos, que hoy disfrutan en el exterior a donde la Corte Suprema tiene que ir a escucharlos.

Cabe preguntar por qué el Gobierno de Santos no los solicita en extradición. ¿Acaso no son unos prófugos que desfalcaron al Estado y al Distrito Capital? Aberrante que mientras se discute en el Congreso un nuevo estatuto anticorrupción, los hampones estén gozando de privilegios judiciales sin antecedentes.

¿No es eso conhestar con el delito? ¿No es equivalente a ponerse al servicio de malhechores de la peor talla? ¿Por qué el gobierno ha guardado silencio frente a la propuesta de la Contralora General de la República en el sentido de embargarles sus cuentas y propiedades en el exterior?
Aquí, según han decidido publicar algunos medios de comunicación, dejaron las cáscaras de sus antiguos emporios. Lo que reposa en la Superintendencia de Sociedades, que actúo tarde sobre el descalabro, no son más que pasivos. 

Triste la complacencia del país con la corrupción. La columna de María Jimena Dussán “La Moñona de los Nule”, deja al descubierto que las autoridades los están tratando como víctimas y no como lo que son: ladrones.

Y más aún: en Colombia es imposible ganarse una licitación sin acudir a triquiñuelas, señala la columnista. Si eso es así, estamos en el peor de los mundos. Miguel Nule debió leer a Sartre, que negó la naturaleza humana. Estar arrojado en el mundo, tener que trabajar, vivir en medio de los demás y ser mortal es tan triste, que la mejor forma de compensar esta desgracia es el “todo vale”. Y los Nule lo saben.

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